Es natural que así sea. Después de todo conquistar implica
caer en un ritual de intenciones prestablecidas. Claro que a lo mejor mi
conclusión parte de la comparación con la creatividad o la creación y en ese
caso toda intención romántica, e incluso todo ritual humano cae fácilmente en
la negligencia.
Mi visión romántica del mundo ha decaído por completo en los
últimos años. Creo que conquistar en cierta medida implica confesarse
incompleto. Y pese a lo arrogante que parezca, no tengo esa impresión de mí mismo.
Sin embargo existe la soledad, existe el aburrimiento y
existe el deseo de nuevos lugares, de nuevas personas. Creo que la naturaleza
nos dio el hastío para obligarnos a prevalecer, para que aquello que somos
pueda sobrevivir al olvido de la mejor manera posible. Entre mayor sea el
número de nuestras conquistas, menor es la posibilidad de desaparecer
completamente del mundo. Creo que a la final, solo aquellos a quienes amamos
nos conocen verdaderamente; por ello nuestra justificación para necesitar de
otros tiene una interminable lista de apelativos emocionales. Creo que el más
importante de ellos es que la soledad conduce lentamente a la locura.
Esta entendida como una bastedad exagerada de la
individualidad. Cuando estoy demasiado acostumbrado a mí mismo pierdo la
capacidad de tolerar al otro, de entender que el lenguaje por sofisticado que
sea no implica una comunicación perfecta. Con el tiempo el solitario pierde el
pudor de la comunicación; esa capacidad que nos permite tolerar los vacíos del
lenguaje, vacíos que sobrellevamos a través de las convenciones sociales.
Aquello que digo no es necesariamente lo que pienso, y aquello que digo no
necesariamente será comprendido completamente. Aparentar en una comunicación de
conquista por ello me resulta absolutamente necesario, pues es comprender que
de primera mano es imposible ser comprendido.
Tengo dos ideas que en los últimos tiempos me resultan
incómodas; la conquista y la colonización. En cierta medida las considero
hermanas inseparables. Me gusta pensar en formas de escritura, en formas de
creación que no impliquen necesariamente la colonización del otro. Es decir,
quiero escribir sin ser amado.
Amar es, desde esta perspectiva, pulir todos los vacíos del
lenguaje, lograr una irrepetible pureza comunicativa. Conquistar y colonizar
son dos formas de búsqueda del amor, es decir, de ser comprendido.
Ser comprendido es la necesidad humana más solitaria
imaginable. Ser comprendido no es confesarse incompleto, es descubrir serlo.
Claro que existe para mi otra forma de amor, y es la
idealización. Algo de Dostoievski se me viene a la mente; “Amo a la humanidad
en lo general, pero odio a los individuos en su particularidad”. Amar en
abstracción es amarse a sí mismo, proyectado en otro. Si amo a la humanidad es
porque la considero pura y buena como yo mismo creo serlo. Pero los individuos,
con sus manías, con su incapacidad de ser iguales a mí, me fastidian.
Conquistar me aburre; pierdo rápidamente el interés en cuanto descubro todos
aquellos símbolos pendientes que impedirían la comprensión. Ser comprendido es
un proceso tan complejo, tan lento y tan falible que la soledad podría resultar
preferible.
En Bleach (un anime que vi hace algunos años) un personaje
llamado Aizen, repentinamente malévolo, recibe un lloroso reproche de su discípula.
"Yo te Admiraba" Aizen le responde " la admiración es lo opuesto a
la comprensión".
Me parecen más sensatos aquellos que guiados por la
atracción física prefieren poseerse sin comunicarse. Creo que se ahorran un
montón de esfuerzos inútiles. Claro que todo se complica cuando empiezan a
conocerse.
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