No le temas a tu propia oscuridad.
Enfurécete ante la muerte de tu propia luz.
No le temas a lo absurdo a tu alrededor,
ni a la amargura ni a tu sangre derramada
por las blasfemias del mundo.
No sientas miedo de tu aislamiento,
Tampoco temas al hastío o la incomunicación.
Sé tu propio apocalipsis y tu propio éxodo.
Y aunque todo se apague permanece en pie
No te falsees a ti misma, ni arrojes tus cuchillos evadiendo murallas invisibles
No eres una causa perdida ni un sol abandonado
No elegiste un camino, eres el camino que elegiste
Eres sus piedras y sus abismos
Eres sus sombras y sus montañas.
Fuera de ti no hay libertad
Eres lo que hiciste con tus despojos
Eres un templo roto con las puertas abiertas para la compasiva deserción
Y un corazón enmohecido abandonado pero sediento.
Eres el fuego, no las cenizas
Eres el fuego, no la luz. Eres el fuego, no el bosque consumado
Bendícete a ti misma como el Dios que eres
Oscurécete e ilumínate, con la luz de tu propia soledad.
Oscar M Corzo. 24/04/21
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