El hilo de tu respiración llego hasta mí, ángel del vacío
Ni la lluvia ni la selva te tocaron, y aun así
Deambulaste como los fantasmas de mi tempestad
Te escondiste en mis secretos y mis alucinaciones
Tú, la última de mis promesas rotas. Dulce y suave como el desierto
Preciosa como la más cristalina de las alturas
Tú, un bosque petrificado.
Cálida y fría como la duna que te labró
Y aun así, deambulaste en mis manos como la lluvia
Compartimos un demonio para los dos
Y negamos al dios escondido en tus iniciales.
Tú, el viento seco de la locura, mi Zahir personal
El más inocente descuido de los ritos antiguos
Tú, un cántaro de dulzura y sobriedad, cálida como las noches
Sobre tu cielo. Tú,
Un faisán de fuego en un manantial de cenizas.
Arrojando sobre el mundo el más suave de tus suspiros
Tú, la sangre sobre la tierra y
La sal sobre las heridas de mi corazón errabundo.
Pronto moriremos los dos, y quizás así podamos vernos nuevamente.
En el cruce que separan al tártaro del territorio de Azrael
Dónde vas del Aqueronte al jardín de Efesos.
OMC 22/04/21
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