La falacia de la inteligencia militar.

 Bogota, Colombia, Soldier, Platoon

 Hace un par de años almorcé con el General X, hoy retirado de la policía, y mientras todos a nuestro alrededor me insistían que no lo hiciera, yo le discutí y le insistí que Gabriel García Márquez nunca había sido parte del M-19. Yo lo investigué y sé de lo que hablo, me contestó, ya bastante aireado; entiendo que usted lo defienda pero guerrillero, guerrillero era. Eso dicen de todos los escritores solo por ser escritores, le contesté; invaden una casa, encuentran un manifiesto comunista, un libro de Keynes, una Biblia o un Corán y eso les basta para concluir que alguien es un disidente ideológico. El gran problema es que los escritores no se comen enteros los relatos locales y en su infinita curiosidad suelen alimentarse de todas las fuentes posibles mientras que la policía de cada país, que no comprende algo tan simple, amedrenta y persigue a todo pensador independiente de manera sistemática. Desde Aleksandr Solzhenitsyn que fue juzgado y exiliado como un agente de la CIA hasta George Orwell al que consideraron un agente de la Scotland Yard (En los últimos años algunos hallazgos documentales hacen que esta acusación no sea del todo descabellada) y a la vez un agente del comunismo internacional por participar en la guerra civil española, pasando por la interminable lista de escritores perseguidos en Latinoamérica, Estados Unidos, Cuba, la unión Soviética o China, la policía siempre se equivoca. Siempre. Los escritores y los intelectuales son seres que se escapan por completo de sus esquemas ideológicos.

Hace una semana recordé esa conversación luego de escuchar a un ex militar colombiano hablando de Putin vía CNN.  No sé si es ese temor al marxismo lo que hizo que su análisis fuera superficial y casi mágico; desistiendo de toda explicación económica y material, quiso explicar la guerra Ucrania-Rusia como un simple síntoma de megalomanía derivada de nostalgia del comunismo.  La inteligencia militar colombiana es lamentable porque carece de la más mínima profundidad cultural y trata de explicarlo todo a punta de unos manuales muy limitados de la época de Reagan. Confían demasiado en las interpretaciones ideológicas y son por ello completamente ciegos a las mentiras de las ideologías. Los análisis reales deben tener varias capaz de profundidad; ellos solo confían en la más superficial porque le temen a la esencia material de los conflictos. Ergo no pueden ni quieren ser materialistas pues ignoran de tajo la economía y sus dinámicas de poder derivadas.

Uno no puede ser ingenuo con esa falencia porque esa superficialidad es peligrosa.  En contraposición a nosotros, los militares europeos estudiaban las culturas foráneas profundamente. El alma de los pueblos no está en sus ideólogos sino en sus literatos, en sus músicos, poetas y pintores. Los militares ignorantes tienen un centímetro de profundidad de visión pues la verdadera naturaleza de los conflictos siempre está en los mercados. Seguramente buena parte de los militares colombianos creen que aceptar esto es darle la razón a Marx y en eso están completamente equivocados.

El maniqueísmo militar no es un gran problema para la política, pero si suele ser absolutamente antidemocrático porque amarra ideológicamente los gobiernos a una sola ideología. En el fondo las guerras políticas siempre son maniqueas y es por eso que los militares están condenados a ser siempre instrumentos políticos.

Me quedo por tanto con una oscura frase de Turner: Desde la superficie, todas las guerras parecen superficialmente santas, y en lo más profundo a lo mejor son simplemente mágicas.  

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