Jantipa o del morir; una conversación.

                                Imagen


 

Estaba a punto de terminar la sesión de preguntas de la presentación de Jantipa o del morir cuando un chico/adulto de mediana edad (dijo su nombre real pero de ahora en adelante lo llamaré Max) pidió la palabra apasionadamente. Estábamos al límite del tiempo concedido por la librería México pero Ernesto Castro aceptó darle la palabra. Fue una pregunta solo para él, o como decimos por aquí, más que una pregunta fue un comentario. Max no podía de la emoción.

El evento estaba programado para las 5:30 pero la gente empezó a llegar a las 4:20. Max fue uno de los primeros en llegar. Desde el principio lo noté nervioso y emocionado. Resultó ser un paciente con cáncer de estado avanzado que había escuchado el canal de Ernesto durante los peores momentos de su tratamiento. Admiraba a Castro y ahora atesoraba a Jantipa o del morir. Creo que no había leído el libro (seguramente lo haría ahora, con una copia firmada y dedicada por Castro) Su pregunta fue simple; quería saber el papel de Jesucristo en la filosofía. Castro le explicó con muchísima naturalidad, comentándole el papel central del cristianismo en la filosofía occidental. Cuando terminaron las preguntas y llegó el momento de las fotografías, mi amiga Marley, que estaba junto a la madre de Max, tuvo que asistirla para tomarle una foto a su hijo junto a Castro, pues a la señora también le temblaban las manos y apenas podía enfocar la cámara. Sentí entonces lo bien que el personaje literario de Edith Stein se adecuaba a Max.

Casi que fue escrito para él, pensé. Alguien que usó el canal de Ernesto Castro para enfrentarse a la muerte ahora tendrá más motivos para admirarle. 

  


Mi amigo Julián, que notó el nerviosismo de Max desde que llegó, me comentó después que le sorprendía que un escritor tan joven tuviera fans. Creo que ese es un mérito de YouTube más que de la literatura. Durante la presentación y en mi papel de “maestro de ceremonias” enfoqué mi espacio como interlocutor para fijarme exclusivamente en los aspectos literarios y estilísticos del libro de Castro, que eran mi interés. Creo que me equivoqué o que tal vez actué con egoísmo. La literatura, en ciertos sentidos estilísticos, puede ser una excusa narcisista para la conversación. Gente como Max a lo mejor buscaba otras dimensiones del autor que venían a homenajear, respuestas esenciales para las que la informalidad de YouTube está más abierta que la edulcorada formalidad académica. La filosofía, lo quiera o no, tiene muchas de esas respuestas esenciales.

Empezando por el más cercano de mis maestros (Isaías Peña, que por cierto estuvo en la presentación de Jantipa) hasta a J.M Coetzee (tal vez el más distante de todos) todos han usado ese pequeño espacio de la librería México para compartir su obra. Es una sensación nostálgica presentar un libro ahí, y aún más uno con bastante espacio para crecer dentro de los lectores colombianos a los que seguramente la literatura no ha sabido escuchar. Los literatos nos refugiamos un poco en nuestras habilidades estilísticas, en las estrategias narrativas y la fortaleza de nuestros personajes para darle valor a nuestro propósito vital que es contar historias, pero este debería ser un estado mínimo de bibliografía, màs un punto de partida que una meta de llegada. Los libros, de cualquier cualidad, pueden y deben ambicionar un poco más. Esta noción a lo mejor es tramposa porque dejaría entre líneas que la literatura necesita una utilidad. Yo me opongo con todas mis fuerzas a esa afirmación, pero por debatible que resulte, por culpa de Max ya no pienso lo mismo de la filosofía.


Comentarios