Un camino más difícil.

 


A veces pareciera que todo lo que escribo aquí sucede en Transmilenio, lo que podría juzgarse como una conclusión apresurada pero no inverosímil. Esto ocurrió el domingo pasado. Eran las nueve de la mañana.  

    Voy en un B13 desde el centro de Bogotá y me dirijo al norte para visitar la tumba de un bebé y la tumba de mi padre. En la estación de la calle 34 se sube una niña con su madreestoy seguro de que no tiene aún dieciséis o diecisiete añoscon un maquillaje absolutamente impresionante sobre los ojos. La madre carga como un bebé a un juguetón perro criollo que mueve la cola con docilidad. Creo que la mujer es la madre de la chica, pero no cruzan palabra durante todo el viaje. El perro se queda mirándome en algún momento, me observa y su expresión perruna es la de quien busca un compañero de juegos. La madre a diferencia de la hija no tiene una sola gota de maquillaje en el rostro y viste relajadamente. Es natural. Aquel es un domingo soleado y apenas son las nueve y cuarto de la mañana. La hija en cambio tiene un maquillaje muy elaborado, algo que casi parece de fantasía pero a pesar de mi curiosidad no quiero mirarla demasiado. Soy un adulto de mediana edad y ella es una niña. No quiero incomodarla, pero tampoco quiero que ella me intimide. Así que olvido el asunto y distraigo mi mirada en otros pasajeros; hay un vendedor de chocolatinas que por algún motivo se sube dos veces a nuestro vehículo, pese a bajarse en estaciones diferentes. Al otro lado hay una pareja de novios y un par de policías. Yo...sigo pensando en aquel maquillaje. Pienso en mi hermanaque tiene la misma edad que aquella chicay en lo que implicaría que ella tomara la decisión de maquillarse tan elaboradamente un domingo a las nueve de la mañana. No, ella no lo haría. Una posibilidad que contemplo es que hubiese una celebración importante y que antes de vestirse, antes de pasar por la peluquería o un vestido elegantehoy tal vez sea su gradonecesitó maquillarse pero hay tanto de naturalidad dominguera, tanto de simpleza, que descarto esa posibilidad. Mi hermana no se maquillaría así si no hay una gala pendiente. Ni siquiera estando enamorada. Y en el caso de esta chica, lo que más me sorprendente es que su ropa, pese a no ser tan descomplicada como la de la madre, tampoco demuestra mucho interés en absolutamente nada. Sus zapatos posiblemente sean los que usa en el colegio. Pero hay algo en su mirada que me causa muchísima curiosidad. Es una chica bonita, ¿Por qué su maquillaje? ¿Es compromiso estético? No lo parece. Y en medio de sus ojos, sus elaborados ojos, noto cierta marca extraña, hay una disonancia muy bien utilizada, algo que es difícil de notar debido precisamente a su maquillaje. Es como si el maquillaje en realidad estuviese pensado para ocultar algo y lo ha logrado a la perfección. Ese es el motivo más seguro. Es glaucoma. La chica tiene glaucoma en el ojo derecho. Y su convicción de ocultarlo es tal que en una salida desinteresada de un domingosospecho que llevan al perro al veterinario ella se ha tomado un tiempo considerable en maquillarse. Es en realidad una chica preciosa. Su nariz es perfecta, sus labios son perfectos, su rostro, a excepción de su ojo derecho, podría pasar por perfecto. Hace algunos años leí cierta conversación entre Brigitte Bardot y Truman Capote en donde ella le confesaba que el gran secreto del maquillaje es distraer, alejar la atención a un lugar del rostro en donde existe cierta imperfección, cierto desequilibrio. Si tu nariz no es perfecta resaltas tus ojos y alejas la mirada de quien te observe de la imperfección. Ese es el truco. Esta chica de Transmilenio ha tomado un camino distinto, un camino más difícil. Toda la atención está puesta en sus ojos. Pero hay tantos detalles, tantas líneas y formas que el defecto que quiere ocultar pasa desapercibido. ¡Qué decisión más interesante! pienso, y me animo a detallar su maquillaje. Ella nota mi curiosidad, y aunque trata de sostenerme la mirada, se intimida; es una niña, al fin y al cabo. ¿Estoy siendo indiscreto? tengo ese feo defecto desde siempre. Hace muchos años, también en Transmilenio, dormía camino al norte, y me despertó la voz de una cantante que se subió a pedir dinero. Pero contrario al 99% de los que hacen lo mismo, esta chica sí tenía talento. Su voz era increíble. Yo me desperté y me esmeré en escucharla y cuando pasó junto a mí, quise darle la mitad del dinero que tenía encima.  El problema es que al pasar junto a mí noté que tenía una quemadura en el rostro. Una quemadura grave que dividía su rostro en dos, algo que seguramente la tuvo al borde de la muerte, y no pude disimular mi asombro. ¿Cómo es posible que una voz tan bonita sufriera un accidente tan horroroso? Me sobresalté tanto que herí sus sentimientos. Lo noté fácilmente. Ella no aceptó mi dinero y pasó de largo ignorándome. No puedo decir que no me lo mereciera.  

    Con la chica del maquillaje he perdido completamente la discreción y observo su ojo derecho con muchísima curiosidad. Tengo ganas de decirle «Sé tu secreto, y has ocultado el glaucoma maravillosamente. Eres una artista. Tienes talento» pero sé que mis intenciones no están conectadas correctamente a mi boca, y también sé que sería una situación aterradora y desagradable para ella. Tal vez, si yo fuese mujer, o si tuviera su edad...Pero pensar en los campos posibles no tiene ninguna utilidad. Resuelto el misterio, distraigo mi mirada de nuevo en resto del vacío universo.  

    Ella y su madre desaparecieron en la estación de la 72. 


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