El miedo, el horror y la guerra.

 

    Dada la capacidad destructiva de nuestra época y el advenimiento de nuevos conflictos totales, ¿Hemos conocido en verdad la guerra? Yo creo que no. Solo hemos conocido el horror.

    La guerra es estadística y colectiva, el horror es esotérico e íntimo. La guerra es la muerte de todos, es el genocidio y la desaparición del mundo. El horror es mi muerte y mi sufrimiento. La extinción de mí mismo.

    El horror naturalmente está dentro de la guerra, pero la guerra no necesariamente está dentro del horror.

    No es posible, por tanto, asustar a una sociedad que anhela morir. (O tal vez sí; hay que asustarlos con la inmortalidad)

    ¿Todavía tenemos miedo? Experimenté el miedo real —el miedo irracional— al exponerme a las alturas. Mis notas de aquellos días dicen lo siguiente:

        

    -Horror visceral. No hay ideas detrás del miedo, solo sensaciones que impiden el movimiento.

            -Aquellas sensaciones no son compatibles con el deseo de morir y por tanto no permiten la valentía. No son como una bala frente a la que puedes ponerte para defender al ser amado.

            Es decir, el miedo visceral impide un relato. Por eso, precisamente, no puede persuadirse.

            ¿Me sirve de algo entonces un miedo semejante? ¿Qué es exactamente lo que temo?

            ¿Podemos negociar con miedos sin relato? Llevo pensando en ello un par de semanas. Si el relato no puede permitir negociar con nuestros miedos, entonces la literatura, construida de relatos, no puede adentrarse en el verdadero terror. Es lo que Lovecraft llamaba "inenarrable", el límite de lo que puedo comunicar.

    No creo que este límite sea absoluto. Mi única manera de superarlo (o de racionar como puedo usarlo para algo útil) es someterme a mí mismo a mi miedo más irracional.

    ¿Vale la pena semejante desgaste psicológico? A lo mejor sigue siendo útil la otra forma de horror. Hablo de la corrupción de la esperanza.

    Y entonces, ¿qué necesitamos para expandir el horror? Simplemente invertir la polaridad de nuestros sueños. 

    Necesito hacer algo útil con mis miedos. Pero para algo semejante debo tener claro cual es el propósito del horror.