Inventario estético del 2023.

 

Ayer pensaba en el poco interés que me causaron las tendencias literarias del 2023, esto comparado con lo activo que estuvo el 2022. dejando a un lado la frivolidad del trendic topic y de lo poco útil que podría resultar para el arte, hay un viento relativamente estable en lo que respecta a los libros. Pero sobre todas las cosas, el Nobel sigue marcando la tendencia de consumo de libros anual, los clásicos siempre serán refugios seguros cuando no sabes que leer o releer, los manuales de filosofía se amontonaron en las mesas de noche de las personas—yo leí unos cuantos—las novelas ligeras siguen gobernándolo todo, la gente (aunque se diga lo contrario) aún se alegra cuando tiene algo bueno que leer, pero ese “algo bueno” requiere de cierto consenso, de cierta esperanza y legitimidad social. Los espacios transaccionales se quebrantan con facilidad y en cualquier momento una revelación estética puede destrozarlo todo pero todavía no estamos preparados para lo que vendrá y es mejor así. Hay un pequeño grupo de intelectuales en Pitalito que utiliza las casas de las apuestas En Londres para descubrir que leer cada año y ese método me resultó encantador. En la pintura, desde Zdzisław Beksiński nada me conmueve con facilidad. He estado más cerca de la belleza a través de la música que de la literatura. La literatura es un proceso lento que requiere tiempo para madurar, en cambio me creo lo suficientemente perspicaz para sentir en la música que he comprendido aquello que me importa. Hay una promesa temeraria en los libros que ojalá no hagan las demás artes; los libros pueden despertarnos, pero también pueden hacerlo las canciones, los videojuegos o las películas. Pensamos entonces; cualquier libro puede despertarnos—eso es imposible— o cualquier sensación estética nos transformará para siempre.

Lo cierto es que hay belleza que puede perderse con facilidad. Todos los años olvidamos promesas eternas de los años anteriores. Esa promesa pone en peligro constante a los escritores jóvenes y exitosos. Este año, al parecer, me dedicaré de lleno a leer literatura juvenil e infantil. Tengo ya un montón de libros de Sanderson en el bolsillo junto con su curso de creación literaria. Ocasionalmente converso con nuevos autores infantiles, pero los he leído poco en comparación a otras cosas. Para mi, esto implica salir de mi zona de confort.

Empecé este texto porque quería hablar de música, especialmente de dos discos, del Take me back to Eden de Sleep Token y del Over the threshold de Calva Louise, pero a veces no sé cómo hablar de música y me quedo sin palabras. La música como misterio es autosuficiente, hablamos de música evadiendo su rostro, insinuándolo con imágenes prestadas pues por lo general, nos podemos tocar con nada diferente a la música. Como fenómeno comunicativo, la música es completamente autosuficiente. 

Creo que estos dos trabajos resumen muy bien la estética del 2023. Ambos discos salieron de Inglaterra (aunque la composición del Over the threshold es obra de una venezolana) y ambos mezclan, en palabras generales, elementos de electrónica con guitarras fuertes, voces guturales con voces dulces y un sonido urbano que el Metal abandonó a finales de los 2000 con elementos progresivos. Hablando del progresivo, llevo varios meses colaborando en un podcast que habla del género, este programa se sostiene en el tiempo porque mi amigo Julián es obstinadamente terco y mi aporte en realidad es bastante superficial. Estoy ahí porque creí que participar me ayudaría a hablar de música con mayor soltura, y la verdad es que me siento tan limitado como al principio, sin embargo el programa me ha dado muy buenas ideas para un libro ensayo que vendrá en el futuro.

Lo interesante aquí es preguntarse, ¿cómo puedo convertir un proceso introspectivo y personal en un asunto comunicativo y social? ¿cómo puedo convertir mi sensación estética musical en algo que los demás entienda y compartan? Esta temerosa idea puede devolverme a cierto terror solipcista adolescente. ¿Cómo puedo estar seguro de que para un otro el rojo que veo yo tiene el mismo aspecto que tiene en mis ojos?  A través del programa/podcast creo que he ido desarrollando una respuesta para estas pregunta.

Al sol de hoy y pese a la sensación de amenaza, incluso las mejores inteligencia artificiales no parecen una amenaza real para la literatura ni para el arte. Eso podría cambiar el mes que viene, la semana que viene o incluso mañana.

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